Francisco y la comunicación: comunicar es compartir
En el portal de la enciclopedia italiana más conocida, Treccani, se publicó un especial sobre las palabras que el Papa Francisco aborda en los documentos más importantes de su Pontificado.
Alessandro Gisotti
El silencio que habla
Por eso, en Francisco, el silencio e incluso la inmovilidad -que sería una paradoja en la era mediática siempre en busca de sonidos y movimientos- se convierten en amplificadores de sentido. Muchos de nosotros tuvimos el privilegio de acompañar la visita del Papa al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau el 29 de julio de 2016. Allí nos conmovió su oración silenciosa, que pareció durar un tiempo interminable. Mejor que cualquier discurso, ese silencio supo trasmitir el sufrimiento y la consternación por el dolor que ese lugar siempre llevará consigo, pero al mismo tiempo también la necesidad de recordar, de no olvidar el horror sin precedentes de los campos de exterminio.
Pasan cuatro años. Otro "silencio de palabra" en otro momento dramático de nuestra historia. Era el 27 de marzo de 2020: el Papa solo, en la Plaza de San Pedro vacía, rezaba bajo el crucifijo de madera de San Marcelo y el icono Salus Populi Romani. Esa celebración, en un contexto casi surrealista, sigue siendo una de las imágenes más fuertes de la pandemia. Al día siguiente, la foto del Papa en oración apareció en las portadas de los periódicos de todo el mundo. El mensaje traspasó el perímetro de la fe católica y se convirtió en intérprete de la angustia y la esperanza de toda la humanidad.
Las llamadas telefónicas del pastor
Para la "comunicación contracorriente" de Francisco, la escucha es un componente fundamental, la base. No es casualidad que en este período marcado por la imposibilidad de desplazarse y la drástica reducción del número de personas encontradas, el Papa -con esa "creatividad del amor" a la que a menudo se refiere- dedicó mucho tiempo a llegar a las personas a través de un antigua herramienta de comunicación que nunca pasa de moda: el teléfono. Durante estos meses de encierro, el Papa hizo numerosas llamadas a personas que sufren, pacientes de Covid, ancianos e incluso enfermeras y jóvenes que se ofrecieron como voluntarios para ayudar a los necesitados. Las llamadas del Papa tienen más que ver con escuchar las experiencias que con ofrecer direcciones. "Esto", dijo al ser entrevistado por una revista española, "me ayudó a hacer un seguimiento de cómo vivían las familias y las comunidades en el momento".
Escuchoterapia
En 2016, Francisco ya había subrayado que escuchar "es mucho más que oír", "escuchar es prestar atención, querer comprender, apreciar, respetar, proteger las palabras de los demás". En el mismo año, durante el viaje internacional a México, hablando con jóvenes en la ciudad de Morelia, dijo que cuando un contemporáneo está en dificultades, es necesario estar a su lado, escuchando. "No le digas: te traigo la receta", subrayó, "pero te da fuerza con la escucha, aquí hay un remedio que se está olvidando, la 'escuchoterapia'".
El poder de la proximidad
Muchos se preguntan dónde está el secreto del éxito comunicativo del Papa, que casi 8 años después de su elección permanece intacto, como, entre otras cosas, demostraron las homilías de las misas matutinas transmitidas durante la pandemia, seguidas por millones de personas en todo el mundo. Quizás el "secreto" radique precisamente en colocar en el centro el auténtico valor de la comunicación, centrada en el hombre y no en los medios de comunicación. El valor de un poder "paradójico" que crece cuanto más se reduce, poniéndose al servicio del otro, un poder de proximidad. Por eso, también en la comunicación el Pontífice nos pide que sigamos el modelo del buen samaritano. No es casualidad que, en su primer Mensaje para la Jornada de las Comunicaciones Sociales, escribiera que la parábola del Buen Samaritano "es también una parábola del comunicador" porque quien comunica "se acerca". Con palabras y gestos, Francisco nos dice a diario que es necesario "arriesgar" para comunicar, arriesgar por el prójimo, como hizo el hombre de Samaria en el camino de Jerusalén a Jericó. Según el Papa, no debemos tener miedo de dejar lugar a las opiniones de los demás, a sus propuestas, incluso a sus preguntas, cosechando el bien que cada uno es portador. Solo así, de hecho, reconociéndonos como Fratelli tutti, podremos construir un futuro mejor, digno de nuestra humanidad común.
Fuente: Vatican News