PABLO, APÓSTOL DE CRISTO: la película
Netflix ha incorporado a su acervo esta película sobre San Pablo, que se acerca a los últimos días del apóstol en la cárcel Mamertina de Roma, el año 67, en el espíritu de la segunda carta a Timoteo, 4, 6-8: “Yo estoy a punto de ofrecer mi vida, y el momento de mi partida es inminente. He combatido el buen combate, he concluido mi carrera, he conservado la fe. Sólo me queda recibir la corona de la salvación que me dará el Señor”. Resulta sobrecogedor ver al enorme evangelizador ahora anciano, débil, torturado en su cuerpo pero también en su alma, al recordar sus años jóvenes como perseguidor de los cristianos. Débil pero no vencido, sino firme en la fe: “Sé en quién he puesto mi confianza” (2 Tim 1, 12); y totalmente convencido de que lo más grande es el amor.
El joven director y guionista católico Andrew Hyatt (1982, Colorado) imagina los últimos días de san Pablo, prisionero en Roma, y lo hace coincidir con Lucas, con Aquila y Priscila, y con Mauritius, el prefecto de la cárcel, y teje una historia entre ellos. Ninguno de estos encuentros es probable, ni algo histórico; sólo es una ficción cinematográfica, pero que lleva a realzar la figura y el mensaje de san Pablo, tan hondamente verdaderos.
El recurso cinematográfico es hacer coincidir en Roma a dos grandes cristianos y apóstoles para que Lucas escriba el testimonio de vida que Pablo le narra, tal como aparecerá en el libro de Hechos de los Apóstoles, aun sabiendo que este escrito termina en la primera llegada de Pablo a Roma y no en la última, que narra el filme. Aun así podemos imaginar los encuentros llenos de cariño y devoción que ambos habrían tenido en varios momentos de misión.
Importante lugar en la película lo tiene la vida de los cristianos en Roma, sobre todo bajo la persecución violenta y sanguinaria de Nerón. El testimonio de los mártires es algo verdadero y muy valioso, que llega hasta nosotros como estímulo para nuestra vida de fe. De hecho la película está dedicada, en un mensaje final, a todos los cristianos perseguidos por su fe. No podemos dejar de pensar en países como Somalia, Pakistán, Afganistán, Siria, donde miles son ahora perseguidos y asesinados.
Otro aspecto a resaltar de la película es el interrogante que se les presenta a los primeros cristianos que viven en Roma de permanecer en la ciudad o no, conscientes de la persecución. Hay una verosímil división de pareceres; Pablo y Aquila invitan al discernimiento personal y común para tomar su decisión ante el Señor. En la película, algunos de los cristianos jóvenes deciden tomar las armas y rebelarse contra Nerón, lo cual Pablo aprovecha para recordar las características del amor en el himno de 1 Cor 13, y a no devolver mal con mal.
“Yo también viví esa actitud de perseguir con violencia”, recuerda Pablo, y se arrepiente: “Actuaba con ira, por amor a la ley, pero era un amor ciego”. Lúcida afirmación que cuestiona las reacciones que hoy podemos tener como católicos en un ambiente adverso; pero ni la intransigencia ni el legalismo son los mejores consejeros.
Otro recurso cinematográfico de la película es la emotiva presentación del prefecto Mauritius en el drama familiar por la salud de su hijita. La ayuda de los dioses romanos quedará contrapuesta a la fe en el Dios de Jesucristo, y llevará a valorar la gracia y la gratitud.
Sin ser del todo histórica, esta recreación fílmica de los últimos días de Pablo, antes de morir decapitado en Roma, puede ayudarnos mucho para meditar algo del rico y abundante mensaje del apóstol y para ahondar más en nuestra herencia cristiana y en nuestra vida de fe. Como San Pablo le recuerda a los romanos: “Ninguno de nosotros vive para sí mismo ni muere para sí mismo…, sino para el Señor” (Rom 14, 7).
Luis García Orso, S.J.
México, mayo 12 de 2021
Título original: Paul, Apostle of Christ
Director: Andrew Hyatt
País y año: Estados Unidos, 2018
Duración: 110 min.
Intérpretes: Jim Caviezel, James Faulkner, Olivier Martinez.